El pasado 11 de julio celebramos el aniversario de la creación de la Junta Suprema de Canarias vinculada al devenir histórico de los acontecimientos ocurridos en España en el año de 1808, que en La Laguna tienen plaza dedicada.
Para los que gusten de un sosegado paseo por la señorial ciudad de Los Adelantados, no resulta desdeñable acercarse a la recoleta plaza de La junta Suprema, ubicada al cabo de la calle San Agustín, en tiempos pretéritos conocida como calle Real.
La vieja plazuela del Juego de los Bolos, llamada así porque antaño entre otros juegos se practicaba el de los bolos, utilizando balas de cañón como objetos arrojadizos, se urbanizó en 1906, pero cambiante en su nombre desde 1903 cuando se le significa por el actual para enmarcar en letras gloriosas el acontecimiento que viene a representar.
Para entender su significado que mejor que transcribir literalmente la placa conmemorativa con la que el Ayuntamiento de la Ciudad perfila el significado histórico de la misma. La lápida de mármol que la distingue reza así:
“El Excmo. AYUNTAMIENTO DE LA CIUDAD DE LA LAGUNA, en el primer centenario de la guerra de la independencia, dedica esta lápida a la lealtad heroica del Archipiélago y el patriotismo de los ínclitos varones, que asumiendo todos los poderes insulares, enaltecieron el nombre de Canarias” 11 de julio de 1808
Sin duda, muchos de los paseantes a los que sus pasos despreocupados alcanzan a traer hasta aquí, no habrán inquirido sobre su titulación; otros sin embargo más despiertos, más interesados, habrán cavilado sobre el significado de su nombre. Para todos queremos darles unas breves pinceladas atendiendo a las raíces históricas que configuran su nombre:
El año de 1808 debe ser considerado, sin ambages alguno, como fecha clave para la quiebra del sistema institucional del Antiguo Régimen en España.
El tratado de Fontainebleau firmado en 1807 por Manuel Godoy, valido del rey Carlos IV de España y el emperador francés Napoleón Bonaparte para invadir Portugal permite el paso de las tropas napoleónicas por suelo español. Lo que conllevará al año siguiente, 1808, al estallido de la Guerra de la Independencia, tras la marcha de la familia Real a Bayona, la sublevación de Madrid del 2 de mayo y la posterior entronización de José I Bonaparte como rey de España.
Del vacío de poder ocasionado por los acontecimientos surgen de forma espontánea las Juntas Supremas provinciales. En Canarias, bajo la presidencia del VI marqués de Villanueva del Prado, Alonso de Nava y Grimón se constituye en la ciudad de La Laguna, el 11 de julio de 1808 la Junta Suprema de Canarias, que destituye al Capitán General Fernando de Cagigal, marqués de Casa Cagigal, con la intención de regir los destinos del Archipiélago hasta que no cesara la dominación extranjera del suelo patrio.
Dos meses después en Aranjuez se forma la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino, compuesta por representantes de las juntas que habían formado las provincias españolas; este órgano ejerció los poderes ejecutivos y legislativos hasta su disolución en 1810, fecha en la que
se crea el Consejo de Regencia de Españas y de Indias, encargado de organizar las Cortes, que se reunieron en Cádiz a partir del 24 de febrero de 1811. Serán las redactoras de la primera Constitución española, popularmente conocida como “La Pepa” por el día de su proclamación el 19 de marzo de 1812, día de San José.
Si bien queda en el anecdotario que cuando el ejército invasor estaba a las puertas de Cádiz, sitiándolo, las Cortes enviaron carta a la Junta Suprema lagunera para trasladar la capitalidad de la España no ocupada a la Ciudad, el mandato quedó sin efecto en tanto en cuanto los franceses nunca llegaron a ocuparla, lo cierto es que la constitución de la Junta Suprema lagunera contó con el beneplácito de los Cabildos isleños salvo el de Gran Canaria, que optó por constituir un Cabildo Permanente como órgano independiente.
El profesor de historia de América de la ULL Manuel Hernández González, en su libro “La Junta Suprema. Canarias y la emancipación americana”, aborda el proyecto de la Junta Suprema de Canarias y de las élites de Tenerife de constituirse como república independiente bajo protectorado británico, este conflicto de intereses entre las oligarquías de Tenerife y de Gran Canaria desembocará en el archiconocido “Pleito Insular”, máxime cuando las Cortes de Cádiz otorgarán la capitalidad de la recién creada Provincia Canaria a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
Guerra de la Independencia, conflictos políticos, hegemonía, luchas de intereses, pleito insular; en la plaza lagunera de la que hemos estado hablando se encuentra junto a la lápida ya referenciada el busto de Alonso de Nava y Grimón, qué disfrute sería oír de su propia voz sus vivencias, pero como eso resulta imposible, debemos conformarnos con lo que nos cuenta la Historia.
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¡Felicidades Mauro! Como siempre el ritmo de tu prosa, le lleva a uno, a creer que está en medio de la trama.