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El cuervo en Canarias

El cuervo en Canarias

Al caminante que recorra con cierta frecuencia nuestros senderos de montaña le llamará la atención una llamada algo ronca (algo así como un CROAK) que no admite confusión con otras de las diversas especies de aves que habitan en Canarias. Alzará quizás la vista para encontrar el origen de ese reclamo, divisando poco después un gran pájaro negro volando con vigorosos aleteos. Probablemente poco después se escuchará otra llamada y comprobará que en realidad son dos, volando junto a laderas rocosas y escarpadas; y es que ciertamente con frecuencia se les ve en pareja.

Se trata del cuervo grande, según la denominación oficial actual (Corvus corax). Por la silueta de sus alas y sus dimensiones (unos 62 cm de largo) podría pensarse en una rapaz pero el cuervo pertenece al orden de los passeriformes; el mismo de todas las aves cantoras de pequeño tamaño. Su color negro uniforme y brillante, unido a su voz y tamaño no permiten confundirlo con ninguna otra especie en nuestras islas. Otros rasgos distintivos en los que nos podemos fijar es su cola en forma de cuña y especialmente su robusto pico, que por sus características es propio de un ave no especializada y que aprovecha por tanto recursos tróficos muy diversos.

El potente pico es una herramienta multiusos.

Los cuervos que viven en Canarias pertenecen a una especie de muy amplia distribución mundial. Para nuestras poblaciones fue propuesta a principios del siglo veinte por algunos ornitólogos la subespecie Corvus corax canariensis sin embargo otros posteriores, como el británico David Bannerman (gran estudioso de la avifauna canaria), las incluían en Corvus corax tingitannus, la misma que se encuentra en el norte de África, y así han sido considerados hasta muy recientemente. Sin embargo, investigaciones recientes, en las que la genética juega un papel fundamental, vuelven a calificar a los cuervos canarios como una subespecie endémica, la ya mencionada Corvus corax canariensis.

La Caldera de Taburiente alberga una parte importante de la población de cuervos de la isla.

A pesar de que en gran medida se asocie el cuervo a parajes montañosos, no está realmente ligado a un hábitat en particular, pudiendo estar presente desde la costa hasta las cumbres más altas de nuestras islas; desdeñando el interior de masas forestales densas. Es cierto que observamos principalmente al cuervo en lugares de paisajes abruptos. Esto se debe en parte a que son lugares que ofrecen buenas condiciones para la nidificación y recursos alimenticios pero también a que son aquellos en los que la presión humana es menor.

Como ya hemos mencionado, el cuervo es muy versátil a la hora de aprovechar recursos alimenticios muy diversos, entre los que se encuentran tanto vegetales (incluyendo frutos de una gran variedad de especies de árboles y arbustos, néctar y flores de plantas como la pitera, cultivos como el maíz) como los de origen animal (lagartos, ratones, gusanos, huevos y pollos de aves e insectos tales como saltamontes y escarabajos), incluyendo carroñas cada vez que éstas se encuentran disponibles. Tratándose de una especie oportunista no debe sorprender que en el pasado haya sido un visitante habitual de vertederos y que en la actualidad lo sea también de áreas recreativas de espacios naturales. La importancia de la carroña en su dieta está ligada a una mayor abundancia de cuervos en aquellos lugares que mantienen una cabaña ganadera de cierta relevancia, como es el caso de Fuerteventura, El Hierro y el macizo de Teno en Tenerife.

Como resultado de lo anterior, el cuervo juega un papel relevante en los ecosistemas donde está presente: contribuyendo a controlar poblaciones de insectos y ratones, eliminando animales muertos y facilitando la dispersión de algunas especies vegetales. Está comprobada la notable contribución que este córvido ha tenido en la diseminación de semillas de árboles del género Juniperus (sabinas y cedros), para cuya germinación el paso por el sistema digestivo de estas aves resulta muy positivo.

Las parejas suelen permanecer juntas toda la vida.

Cuando tras un complejo comportamiento de cortejo que incluye diversos tipos de llamadas y gritos, movimientos de pavoneo o de exhibición, paseos juntos, «saludos» y cópula o amago de ella, se produce la formación de la pareja, el macho y la hembra se mantienen extraordinariamente fieles, pues la unión suele durar toda la vida. Permanecen juntos además a lo largo de todo el año; cooperan en la búsqueda de alimento y refuerzan los lazos de unión con caricias y carantoñas, ceremonias de alimentación recíproca y espulgamiento o limpieza.

También fuera de la época de cría los miembros de la pareja fortalecen sus lazos de unión.

Los nidos son de gran tamaño, algo toscos y formados por ramas, revestidos de raíces, pelos e incluso trapos. En nuestras islas son muy mayoritariamente situados en pequeñas cavidades y repisas con cierta cobertura de roca en riscos, paredes de barrancos y acantilados costeros, aunque hay algunos casos también de nidos en árboles. Durante los meses de marzo y abril se produce la puesta (3-6 huevos, siendo 4-5 muy frecuente) y la incubación, mientras que durante mayo y junio transcurre el crecimiento de los pollos. Desde principios del verano es normal que vuelen juntos los grupos familiares compuestos por la pareja y sus pollos, que podrán unirse algo más tarde en el año a otras familias para formar agrupaciones mayores. Un estudio realizado en el macizo de Teno entre 1996 y 2006 reveló que volaban dos o más frecuentemente tres pollos por pareja, en ocasiones cuatro. El éxito reproductor era relativamente alto, pues un 89% de las parejas conseguía reproducirse. Sin embargo durante las últimas décadas la mortalidad durante el primer año de vida de los cuervos ha sido alta (superior al 50 %), lo cual ha lastrado la evolución de sus poblaciones.

El cuervo fue una especie realmente abundante en Canarias hasta las primeras décadas del siglo veinte. Así lo atestiguan todos los naturalistas que hasta entonces se habían referido a este córvido. No obstante, hacia la mitad de dicha centuria sus poblaciones se habían reducido de forma notable o desaparecido en algunas partes de las islas; especialmente en las áreas de influencia de los núcleos urbanos de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, así como en el norte de dicha isla. Aún así hasta mediados del siglo pasado el cuervo seguía siendo relativamente común pero desde entonces la expansión urbana, la persecución directa mediante disparos y venenos, el uso de insecticidas en la agricultura y para el combate de plagas como la langosta, la colisión contra tendidos eléctricos y la disminución de fuentes de alimento -desaparición de vertederos incontrolados y disminución de carroñas- redujeron fuertemente sus poblaciones. Como consecuencia de ello, si bien la especie sigue habitando en todas las islas e islotes de Canarias, es escasa en el conjunto del archipiélago con la excepción de El Hierro y Fuerteventura, que aún albergan contingentes considerables.

Como ejemplo de la reducción poblacional del cuervo durante las últimas décadas podemos citar el caso de Tenerife, donde estudios ornitológicos llevados a cabo durante los primeros años ochenta estimaron una población de 70-80 parejas nidificantes. Diversas investigaciones posteriores concluyen que al comienzo del presente siglo se reproducían tan sólo unas 5-7 parejas de cuervo en dicha isla. En Gran Canaria la evolución ha sido similar, mientras que en otras islas con menor presión humana también ha habido reducciones pero no tan acusadas.

Cuando parecía que el futuro del cuervo en Canarias era tan negro como su plumaje, hasta el punto de que se temía por su extinción en algunas islas, durante las últimas dos décadas su situación ha comenzado a evolucionar de forma positiva sin que las razones estén muy claras, pues no se han tomado medidas significativas encaminadas a su conservación. En todas las islas sus poblaciones parecen ser estables o encontrarse en aumento, siendo particularmente importante la de Fuerteventura, donde la especie es realmente común; lo cual se asocia, al menos en parte, a su importante cabaña ganadera caprina y a la existencia de un muladar (comedero) destinado en realidad al guirre o alimoche canario.

Merece ser destacado el caso de Tenerife donde un estudio realizado entre 2015 y 2016 cifró la población reproductora en 28 parejas y en 50-65 aves el contingente no reproductor; lo cual supone un importante cambio de tendencia y un notable incremento poblacional desde comienzos del presente siglo hasta la actualidad. La gran mayoría de las parejas se reproducen en el macizo de Teno pero algunas también lo hacen en las montañas de Adeje, otros lugares del sur de la isla y Anaga. La presencia del cuervo es cada vez más frecuente en muchas localidades de la isla, hasta el punto de que ya no es tan raro observarlo en zonas ajardinadas de la ciudad de La Laguna.

Esperemos que continúe esta evolución positiva al amparo de una mayor conciencia del respeto que merece la especie, de una disminución en el uso de venenos e insecticidas, de la identificación y corrección de los tendidos eléctricos más críticos y quizás, de la implantación de algún lugar de aporte alimenticio o muladar que permita contribuir a reducir la mortalidad juvenil.

Miguel Fernández del Castillo Andersen


Autor del texto y fotos: Miguel Fernández del Castillo

Agradecimientos: al ornitólogo Manuel Siverio por haber aportado relevantes observaciones personales y haber aportado parte de la bibliografía de referencia, de la cual es coautor.

Principales fuentes bibliográficas:

MARTÍN A. & J. A. LORENZO (2001). Aves del Archipiélago Canario. Francisco Lemus Editor, La Laguna.

NOGALES, M. & E.C. HERNÁNDEZ. (1994) Interinsular variations in the spring and summer diet of the Raven Corvus corax in the Canary Islands. Ibis 136: 441-447

NOGALES, M., E. C. HERNÁNDEZ & VALDÉS F. (1999) Seed dispersal by common ravens Corvus corax among island habitats (Canarian Archipelago). Écoscience 6 (1): 56-61

NOGALES, N. & C. NIEVES (2007). Cuervo Corvus corax. En Lorenzo, J. A. (ed): Atlas de las aves nidificantes en el archipiélago canario (1997-2003), pp. 398-401. Dirección General de Conservación de la Naturaleza – Sociedad Española de Ornitología. Madrid.

SIVERIO, M., F. SIVERIO & B. RODRÍGUEZ (2007). Anual variation and breeding success of a threatened population of Common Raven Corvus corax (Tenerife, Canary Islands). Vogelwelt 128: 197-201

SIVERIO, M., F. SIVERIO & B. RODRÍGUEZ (2010). Population size and status of Common Raven (Corvus corax) on the central-western islands of the Canarian Archipelago. Vieraea 38: 123-132

SIVERIO MANUEL, FELIPE SIVERIO & BENEHARO RODRÍGUEZ (2020). Increasing numbers of a threatened insular population of the Common Raven Corvus corax, Ostrich, 91:4, 305-312


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