Blog Post

El Camino de Jinama. Esplendor del monteverde herreño.

El Camino de Jinama. Esplendor del monteverde herreño.

El caminante ha estado recorriendo la Meseta de Nisdafe, contemplando un paisaje de pastizales y viejos muros de piedra, mayormente llano, donde tras inviernos generosos en lluvias el verdor de los prados, salpicados de flores de múltiples colores, puede hacer pensar en otras partes de la geografía europea. Todo cambia sin embargo cuando la planicie acaba abruptamente en un borde bajo el cual se percibe un desnivel acusado. La capa de nubes abrazadas al risco le anuncia que ha alcanzado el sendero deseado. Efectivamente, junto a la modesta y antigua ermita de la Virgen de La Caridad, de un arco formado por un tronco retorcido, cuelga el cartel que indica el inicio del Camino de Jinama. Comienza así el recorrido por una de las rutas de senderismo más bellas no solo de la isla de El Hierro sino también de Canarias en general. Forma parte del sendero homologado PR EH8 que tiene desde este punto 4.388 m. de longitud.

El alisio chocando contra el borde del risco. Foto M. Fernández del Castillo.

A medida que el caminante comienza descender la senda, que en varios tramos se encuentra empedrada, la niebla se abre en jirones permitiendo contemplar un escenario grandioso: empinadas laderas cubiertas de laurisilva, los paredones rocosos del Risco de Tibataje y, en definitiva, el imponente arco del valle de El Golfo en todo su esplendor. Teniendo en cuenta su pequeña extensión, los visitantes que lleguen a la isla más occidental de Canarias por primera vez podrían esperar quizás unos paisajes más moderados, pero con frecuencia se encontrarán admirando relieves abruptos, de impresionantes desniveles y acusados contrastes en su vegetación.

Pared cubierta de Greenovia diplocycla. Foto M. Fernández del Castillo.

Desde que iniciamos el descenso, en los 1.230 m de altitud del Mirador de Jinama, una sorprendente variedad florística nos acompaña en el recorrido. Llama la atención primeramente como a veces ese mundo vegetal vive incrustado en la piedra, formando casi un jardín en la pared rocosa. Es el caso de los pasteles de risco de la bea simple o sanjora (Aeonium dyplociclum = Greenovia dyplocicla), cuyas bellas rosetas de color verde glauco, en plena primavera se ven adornadas de inflorescencias de intenso color amarillo. No es la única especie de la familia de las crasuláceas (plantas suculentas de hojas carnosas) presentes en el camino: también ligada a ambientes rocosos o con escasez de suelo se encuentran Aeonium palmense y Aeonium hierrense, dos bejeques o sanjoras endémicos de El Hierro y La Palma. En la última especie sus brotes florales forman llamativas pirámides de flores blancas sobre su roseta de hojas. Perteneciente a esa misma familia aunque de hojas blandas y romboidales cubiertas de pequeños pelos, el gongarillo canario (Aichryson laxum) es una pequeña planta muy común en el monteverde canario y también en el sendero que nos ocupa. Necesita que le llegue la luz del sol para que surjan sus pequeñas flores amarillas; lo cual no siempre ocurre en el suelo del bosque, pero si se encuentra en un lugar soleado, no solo florece sino que además sus hojas adquieren una bella tonalidad rojiza.

Floración de Aeonium hierrense. Foto M. Fernández del Castillo.
Gongarillo canario (Aichryson laxum). Foto M. Fernández del Castillo.

Es el momento de referirnos también un poco a la fauna. En el tramo más alto del sendero, próximo a la Meseta de Nisdafe, encontramos algunas especies de aves más propias de ambientes abiertos y escarpados que de la vegetación forestal dominante en las laderas un poco más abajo. Es frecuente por tanto encontrar alguna pareja de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) muy ligada a estos riscos altos. El busardo ratonero o aguililla (Buteo buteo) y el cuervo (Corvus corax) también comparten para criar estos paredones rocosos próximos a la llanura mencionada, donde no obstante acuden a alimentarse. Sin embargo, hay un cazador rápido y sigiloso que sabe aprovechar mejor los parajes arbolados que predominan en gran parte del recorrido. En efecto, el gavilán (Accipiter nisus) se encuentra mejor adaptado a la vida en el bosque. Otro aspecto que diferencia a esta especie de rapaz de las otras dos mencionadas es que se alimenta casi exclusivamente de aves.

Gavilán en su nido. Foto Domingo Trujillo.
Dique volcánico al comienzo del Camino de Jinama. Foto M. Fernández del Castillo.

Aunque la descripción de una variadísima biodiversidad ocupe la mayor parte de este texto, no pueden dejar de mencionarse algunos aspectos de la geología de esta porción del norte de la isla. Al poco de comenzar nuestro recorrido nos llama la atención una pared de roca vertical que se ha convertido en una imagen icónica de este sendero. Se trata de un dique volcánico; es decir un fragmento visible de lo que en su día ha sido una emisión fisural de magma que, tras solidificarse sin salir a la superficie, la erosión posterior ha dejado visible en forma de muro de roca compacta. El otro elemento a destacar es el propio escarpe de El Golfo, constituido por uno de los ejemplos más evidentes de un gran deslizamiento gravitacional que puede contemplarse en Canarias; resultado de la pérdida de estabilidad de una importante porción del norte de la isla y de su consiguiente desprendimiento y caída hacia el mar en una colosal avalancha que pudo haberse producido hace unos 80.000 años. Un buen lugar para disfrutar de una vista de este imponente paisaje es ese balcón natural que es conocido como El Miradero.

Vista del sendero. Foto M. Fernández del Castillo.
Gacia (Teline stenopetala). Foto M. Fernández del Castillo.

A poco que comenzamos a descender el camino, nos adentramos en una laurisilva de impresionante riqueza florística, en la que abundan las especies endémicas, que en algunos casos lo son de Canarias o de la Macaronesia y en otros son elementos exclusivos de El Hierro o compartidos con alguna otra isla. Mientras en el estrato arbóreo son habituales los brezos (Erica canariensis), fayas (Morella faya), laureles (Laurus novocanariensis), acebiños (Ilex canariensis) y follaos (Viburnum rigidum), en el arbustivo y en el sotobosque encontramos una mayor variedad de especies; particularmente junto al sendero o en lugares soleados. La estrelladera (Gesnouina arborea) es un arbusto o arbolillo de hojas romboidales e inflorescencias rojas poco común en general pero presente en este camino. La gacia (Teline stenopethala) es un frondoso arbusto de gran tamaño, con semillas en legumbres, que ha sido utilizada como forrajera y cuyas abundantes flores amarillas ponen una radiante nota de color en el monteverde herreño. Pero es un arbolito perteneciente a la familia de las rosáceas y que forma parte de un género exclusivo de Canarias y Madeira, la bencomia herreña (Bencomia sphaerocarpa) quizás el ejemplo más emblemático de la importancia botánica del monteverde de Jinama. Esta especie que vive únicamente en la vegetación forestal de dicha isla tiene una de sus escasas poblaciones en el entorno de la Fuente de Tinco.

Tajinaste chico (Echium strictum). Foto M. Fernández del Castillo.

De menor tamaño pero no menos vistosas son las cerrajas (Sonchus hierrensis y Sonchus gandogeri) de largas hojas aserradas y grandes flores amarillas, cuyo néctar es la delicia de multitud de insectos. Otra tonalidad la pone el tajinaste chico (Echium strictum), un endemismo de las islas centrales y occidentales que no suele superar el metro de altura, cuyas flores que pueden ser azul claro y rosadas, se presentan de forma más laxa que en otros integrantes de su género. Sin embargo, si hay una especie que destaca en este camino, y en el monteverde de El Hierro en general, por ser muy común y por la abundancia de sus flores blancas, aunque a veces también rosadas, es el horjal (Pericallis murrayi), un endemismo de esa isla que pertenece al grupo de especies que solemos conocer como flores de mayo.

Horjal (Pericallis murrayi). Foto M. Fernández del Castillo.

A este variado elenco florístico hay que añadir un buen número de especies de helechos de diversos tamaños y formas; entre los que se encuentran la pequeña y discreta tostonera (Adiantum reniforme), cuyos minúsculos frondes redondeados se localizan en paredes húmedas y sombreadas, la doradilla medicinal (Ceterach aureum), el polipodio del país (Polypodium macaronesicum) y el helecho batatilla (Davallia canariensis), frecuente sobre rocas y árboles.

La tostonera, un pequeño helecho de aspecto singular. Foto M. Fernández del Castillo.
Polypodium macaronesicum. Foto M. Fernández del Castillo.

Volvamos a referirnos a la fauna, tanto aquella más ligada al ámbito forestal como la que aprovecha los claros del bosque. Se encuentran bien representadas las especies de aves más propias de áreas más densamente arboladas. De las dos especies de palomas endémicas de Canarias, solo de la turqué (Columba bollii) está confirmada la reproducción en El Hierro, donde no es escasa. La chocha perdiz o gallinuela (Scolopax rusticola) no es fácil de ver por moverse discretamente en el suelo del bosque, donde busca alimento con su largo pico. El vistoso y con frecuencia ruidoso mirlo (Turdus merula), el siempre inquieto mosquitero canario o chivita (Phylloscopus canariensis) , el reyezuelo sencillo (Regulus regulus), el petirrojo (Erithacus rubecula), el pinzón vulgar (Fringilla coelebs ombriosa), y el herrerillo canario (Cyanistes teneriffae) son todas ellas aves muy propias de encontrar en áreas boscosas y bien representadas en el monte de Jinama. La penúltima especie mencionada muy probablemente termine siendo considerada endémica y cambie su nombre por el de pinzón canario (Fringilla canariensis), mientras que respecto al herrerillo está reconocida la subespecie endémica ombriosus en la isla.

Pinzón vulgar de la subespecie herreña. Foto Domingo Trujillo.

Aunque sea brevemente mencionaremos algunos otros integrantes de la fauna vertebrada de El Hierro, centrando el interés en aquellas especies que son nativas de la isla. Es el caso de dos reptiles; ambas endémicos de La Gomera y El Hierro: la lisa de Salvador (Chalcides coeruleopunctatus) y el lagarto de Lehrs (Gallotia caesaris). Éste último prefiere los lugares más soleados del bosque. Al caer la noche sin embargo, otras criaturas hacen su aparición: son cuatro las especies de murciélagos de El Hierro, las cuales en mayor o menor medida se encuentran presentes en la localidad de la cual es objeto este artículo: el murciélago de Madeira (Pipistrellus maderensis), el murciélago montañero (Hypsugo savii), el murciélago rabudo (Tadarida tenionitis) y el orejudo canario (Plecotus teneriffae); éste último endémico de Canarias y caracterizado, como su nombre indica, por el enorme tamaño de sus orejas en relación al del cuerpo.

Murciélago orejudo canario. Foto Domingo Trujillo.

El mundo de los invertebrados es tan amplio y complejo que nos limitaremos a ofrecer de él alguna pincelada, no sin reconocer su fundamental papel en el transcurso del ciclo de la vida y de la polinización de las plantas en particular. Entre las especies abundantes y de fácil identificación sobre las flores en primavera se encuentran el algo peludo coleóptero conocido como chamorro (Tropinota squalida canariensis) y el abejorro o abejón canario (Bombus terrestris canariensis); pero son las mariposas las que más llaman la atención, al menos en los meses primaverales. Entre las cuales, la loba (Maniola jurtina) destaca por su abundancia en Jinama durante la primavera. No es difícil de distinguir por su tonalidad en general castaña y por los grandes ocelos oscuros que presenta en la parte superior de las alas. Otras mariposas comunes de encontrar en este recorrido son la maculada canaria (Pararge xiphioides), la vanesa de los cardos (Vanessa cardui), la vanesa de arco (Vanessa atalanta) y la vanesa de yugo, (Vanessa vulcania), un endemismo canario-madeirense.

Vanesa de yugo, un enemismo macaronésico. Foto M. Fernández del Castillo.

En su descenso, el caminante alcanza por fin el límite inferior del monteverde, donde las temperaturas son algo más cálidas y donde el frescor del alisio incide en menor medida. En estos parajes el color verde claro que adquieren las áreas de matorral lo aporta el granadillo (Hypericum canariense), un arbusto de considerable porte, endémico de Canarias y Madeira, representativo del ecotono entre el monteverde y el bosque termófilo que antiguamente existía a menor altitud. A esa misma transición pertenece el mocán (Visnea mocanera), otro endemismo que compartimos con Madeira; una especie de árbol que constituye uno de los elementos botánicos especialmente relevantes de este camino, pues tenemos la oportunidad en él de admirar ejemplares antiguos y de gran tamaño, cuyos troncos gruesos y retorcidos nos muestran que son sobradamente centenarios. La notoria presencia junto al camino de algunos de estos viejos «patriarcas» ha llevado a que sean conocidos con nombres propios (el Mocán de La Sombra, el Mocán de Los Cochinos…).

Mocán (Visnea mocanera). Foto M. Fernández del Castillo.

Tras salir del bosque y recorrer en su tramo final un paisaje agrícola ampliamente cubierto de viñas, el caminante culmina el recorrido al llegar a la Iglesia de La Candelaria en Tigaday, municipio de La Frontera. Llega probablemente con las piernas algo cansadas por la caminata y el prolongado descenso pero con la satisfacción plena de haber contemplado y admirado una naturaleza de notable riqueza en buen estado de conservación y paisajes de gran belleza en todo su esplendor.

AGRADECIMIENTOS:

A D. Domingo Trujillo González por aportar las fotografías de vertebrados que ayudan a ilustrar este texto, a D. Juan Manuel Martínez Carmona por comentar algún aspecto de la geología insular y ayudar a precisar algunos de los nombres vernáculos de plantas de El Hierro y a D. José Pérez Casanova por algunas aclaraciones botánicas.

Miguel Fernández del Castillo Andersen

Guía de Turismo de Canarias

 

BIBLOGRAFÍA Y ALGUNAS REFERENCIAS DE INTERÉS:

Flora canaria, guía de identificación. Peter e Ingrid Schönfelder. Turquesa Ediciones. 2018

Las plantas suculentas (Crassulaceae) endémicas de las Islas Canarias. Ángel Bañares Baudet. Turquesa Ediciones. 2015

Insectos de Canarias. Rafael García Becerra, Gloria Ortega Muñoz y José Miguel Pérez Sánchez

Cabildo Insular de Gran Canaria. 1992

Mariposas diurnas de Canarias. Javier García Pérez, Juan José Bacallado Aránega, Rafael García Becerra, Irene Santos Perdomo, Carlos Ruiz Carreira Andrés Delgado Izquierdo. Turquesa Ediciones. 2022

Fauna de El Hierro. Anfibios, reptiles, aves y mamíferos. Domingo Trujillo González y Miguel Ángel Rodríguez Domínguez. Turquesa Ediciones. 2020

https://www.biodiversidadcanarias.es/biota/especies

https://endemicascanarias.com


Mediante esta publicación, APIT Tenerife se hace eco de las investigaciones de sus asociados y apoya la generación de conocimiento por parte de sus guías de turismo asociados. No obstante, las opiniones vertidas por los autores de los artículos NO reflejan en modo alguno el posicionamiento de la Asociación. APIT Tenerife es una entidad apolítica, profesional e inclusiva que promueve el patrimonio canario de cualquier índole. En caso de querer aportar elementos al debate de las temáticas aquí tratadas, le invitamos a ponerse en contacto con su autor/a cuyos datos de contacto constan en la firma del artículo y en el listado de guías asociados.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Posts