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Tesoros botánicos de la flora canaria en las cumbres de Tenerife

Tesoros botánicos de la flora canaria en las cumbres de Tenerife

En un artículo publicado en este mismo blog a principios del presente año intentamos facilitar el conocimiento y apreciación de la flora del Parque Nacional del Teide por medio de aquellas especies de plantas que por su abundancia, colorido y vistosidad más fácilmente pueden llamar la atención del visitante de tan emblemático espacio natural. Sin embargo es justo reconocer que el patrimonio florístico del Parque es mucho más amplio que ese conjunto de especies más llamativas. Por ello, como continuación o complemento de aquel texto, queremos referirnos a otras plantas que por ser menos atractivas en unos casos, o por su escasez en otros, resultan más desconocidas para un público amplio.

Según los datos actuales de los que dispone el Parque Nacional del Teide, su flora vascular se compone de 212 taxones (en su gran mayoría especies, pero algunas incluyen dos subespecies). Entre ellos 66 son endemismos, 33 especies son endémicas de Tenerife, de las cuales 12 viven únicamente en el entorno del Parque Nacional (6 exclusivamente dentro de sus límites y otras 6 también en su inmediata proximidad), otras 32 especies son endémicas de Canarias y una lo es de la Macaronesia. Es por ello que este espacio natural a nivel botánico no destaca tanto por su número de especies, que no obstante no es escaso, sino por la singularidad de su flora y comunidades vegetales. Son plantas que tienen en muchos casos una distribución mundial reducidísima; limitada a áreas de montaña de nuestras islas y, en ocasiones solo de Las Cañadas del Teide. Debemos en todo caso tomar estos números con cierta prudencia, pues la investigación y el saber científico no se detienen. Alguna de estas actualizaciones recientes será comentada más adelante en este mismo texto.

Cabezón de cumbre (Cheirolopus teydis). Foto: Gerardo García Casanova

Una de las especies a la que nos queremos referir en esta ocasión es el cabezón de cumbre (Cheirolophus teydis), un arbusto propio de zonas rocosas y pedregosas, de ramas orientadas de forma ascendente y hojas de color verde intenso, algo pegajosas, estrechas, con borde aserrado y acabadas en punta, que destaca principalmente por los largos tallos florales que le permiten en ocasiones superar el metro de altura, al final de los cuales se encuentran las cabezuelas que le dan nombre. En ellas finalmente están las flores de color blanco amarillento. Esta planta, endémica de Tenerife y La Palma no es muy escasa, sin embargo su presencia es irregular en el Parque, destacando su abundancia en el lado sur, en laderas exteriores a la caldera, cerca de Boca de Tauce. Su floración en pleno verano permite dar cobijo a muchas especies de invertebrados que se pueden nutrir de su néctar cuando otras especies vegetales comienzan a desfallecer.

Cardo de plata (Rhaponticum canariense). Foto: M. Fdez del Castillo

Otra planta con flores situadas en unas cabezuelas globosas y con una floración algo tardía, pues se produce al comienzo del verano, es el cardo de plata (Rhaponticum canariense, anteriormente Stemmacantha cynaroides, que es como figura en muchas publicaciones). Al igual que en muchos otros vegetales adaptados a vivir en un clima de bajas precipitaciones y alta insolación, sus hojas son carnosas, de un verde pálido grisáceo y están cubiertas de pequeños pelos. Las vistosas inflorescencias de color gris plateado de esta rara especie de nuestra alta montaña nos pueden recordar a las alcachofas, con las que efectivamente está emparentada. Este endemismo, exclusivo del Parque Nacional del Teide tiene su hábitat en suelos pumíticos situados entre los 1.900 y los 2.500 m de altitud. Su extrema escasez la hace muy vulnerable a la acción de herbívoros introducidos como conejos y muflones. El riesgo de extinción en el que se encuentra ha llevado a la dirección del Parque a desarrollar acciones de conservación, que se concretan en un Plan de Recuperación de la especie, que incluye la protección de sus escasas poblaciones salvajes, su refuerzo mediante la producción en vivero de ejemplares y su posterior reintroducción en el medio natural.

Rosal del guanche (Bencomia exstipulata). Foto: M. Fdez del Castillo

Entre las especies endémicas de la alta montaña canaria -en esta ocasión restringida a unos escasísimos enclaves del Parque Nacional del Teide y de las cumbres de La Palma- que se encuentran en mayor peligro de extinción debemos referirnos al rosal del guanche (Bencomia exstipulata), perteneciente a un género exlusivo de Canarias y Madeira, cuyo nombre hace referencia al mítico Bencomo, mencey guanche que lideró la resistencia contra la invasión castellana. Este arbusto de porte frondoso y muy ramificado desde la base, de intenso color verde en sus hojuelas de borde aserrado, que puede superar el metro y medio de altura en los mayores ejemplares, pertenece efectivamente a la familia de las rosáceas, tal como su nombre vulgar indica. Si bien las poblaciones salvajes son muy escasas y refugiadas en unos pocos enclaves rocosos del Parque, la admiración de esta joya de nuestra alta montaña es posible en un paseo por el jardín del Centro de Visitantes de El Portillo, donde la especie se encuentra muy bien representada.

En este caso, su rareza puede estar más relacionada con su peculiar y difícil éxito reproductivo que con la herbivoría. Por otra parte, la erupción de Las Narices del Teide en 1798 pudo ocasionar la desaparición de la mayor parte de su población existente hasta entonces. Para mejorar el estado de sus poblaciones y asegurar su conservación, el Parque desarrolla acciones de investigación, rescate genético y producción en vivero de ejemplares de tan amenazada especie.

Moralito (Rhamnus integrifolia). Foto: M. Fdez del Castillo

Otro vegetal de intrincado ramaje y denso follaje es el moralito o mocanillo (Rhamnus integrifolia), un endemismo de Tenerife que vive refugiado en los roquedos y las laderas más abruptas de las Cañadas del Teide y su entorno próximo. Este arbolito, que con frecuencia adquiere un porte redondeado y cuyos ejemplares más grandes apenas superan ligeramente el metro de altura, es la única especie que veremos con hojas ovaladas, acabadas en punta y de color verde oliva destacando entre los colores rojizos y ocres de los parajes más abruptos del Parque. En lugares como los Roques de García este poco conocido y escaso integrante de nuestra flora de alta montaña parece encontrar un hábitat adecuado, en lo que sin embargo para la inmensa mayoría de plantas resultaría realmente inhóspito.

Amagante de cumbre (Cistus osbaeckiaefolius). Foto: Gerardo García Casanova

En las áreas elevadas del pinar, tanto dentro como fuera de los límites del Parque Nacional, vive la jara de Las Cañadas o amagante de cumbre (Cistus osbaeckiaefolius), un endemismo escaso y vulnerable de Tenerife, que al igual que su mucho más abundante pariente, el amagante de pinar, es un arbusto de porte medio, alcanzando los mayores ejemplares el metro y medio de altura. Sus llamativas flores, amarillas en el centro y rosadas en sus cinco pétalos, miden unos 4-5 cm de diámetro . Las hojas son ovaladas y sedosas al tacto, pues están cubiertas por ambas caras de pequeños pelos. Esta especie encuentra su nicho vital, tanto al norte como al sur del circo de Las Cañadas, en el ecotono donde el medio forestal entra en contacto con el matorral abierto de alta montaña.

Jarilla de Las Cañadas (Helianthemum juliae). Foto: M. Fdez. del Castillo

Entre los integrantes más escasos y vulnerables de la flora de nuestras cumbres, un caso singular es sin duda el de la jarilla de Las Cañadas (Helianthemum juliae), un arbustillo de delgadas ramitas casi verticales, poco llamativo excepto por sus vistosas flores amarillas. La especie es exclusiva del Parque Nacional del Teide y es un ejemplo de cómo la investigación científica aún nos puede deparar sorpresas, pues esta planta fue descrita para la ciencia en 1986; se trata por tanto de un descubrimiento muy reciente. Se conocen de ella únicamente dos pequeñas poblaciones salvajes localizadas en lugares acantilados del circo de Las Cañadas. Debido a su escasez, esta jarilla cuenta también (al igual que el cardo de plata) con un Plan de Recuperación; el cual es una norma jurídica que establece las acciones a desarrollar para su conservación. Al igual que algunas otras de las especies más raras, su observación por la inmensa mayoría de nosotros sería casi imposible si no fuera porque se encuentra representada en el jardín botánico de El Portillo.

Cedro canario (Juniperus cedrus) . Foto: M. Fdez del Castillo

Si bien la flora que domina el Parque Nacional es en su inmensa mayoría arbustiva y herbácea, dos especies de árboles han logrado tener presencia a altitudes en torno a los 2.000 de altura, e incluso superiores: el pino canario (Pinus canariensis) y el cedro canario (Juniperus cedrus); que es en realidad un tipo de enebro de porte arbóreo. A este último dedicaremos las próximas líneas por ser su presencia en las altas cumbres tinerfeñas casi emblemática. En efecto, hace no muchos años cuando este árbol endémico de Canarias era tan escaso que su supervivencia se podía considerar realmente amenazada, la presencia de algunos viejos y retorcidos ejemplares refugiados en áreas rocosas de nuestra alta montaña hacía pensar en los últimos supervivientes de una especie al borde de la extinción. Hoy en día la situación es bien diferente; en parte gracias a su recuperación natural y en parte gracias a acciones de repoblación. Estas últimas tienen como objeto que a medio o largo plazo nuestro cedro tenga una presencia considerablemente mayor en el Parque, pues se estima que su escasez reciente es el resultado de la explotación maderera a la que fue sometido en el pasado. El pastoreo desarrollado durante muchos siglos en Las Cañadas del Teide, desde la época aborigen hasta su declaración como parque nacional en 1954, así como algunos fenómenos eruptivos de gran magnitud, como es el caso del de Montaña Blanca, pueden haber contribuido a reducir sus poblaciones.

Cedro canario (Juniperus cedrus). Foto: M. Fdez del Castillo

Algunas novedades científicas de gran interés han tenido últimamente al cedro canario como protagonista: por un lado la constatación de que existen en Las Cañadas diversos ejemplares que son milenarios; por otro la relación comprobada recientemente entre este árbol endémico y una especie de ave migratoria invernante en nuestra alta montaña, el mirlo capiblanco (Turdus torquatus) que está desempeñando un papel muy positivo en la diseminación de sus semillas. Esta labor estuvo siendo realizada durante mucho tiempo por el cuervo (Corvus corax), cuya presencia en el Parque Nacional era regular hasta algunas décadas atrás. Por ello desde su dirección se está intentando atraerlos mediante el empleo de muladares (puntos de alimentación).

Chajorra del Teide (Sideritis eriocephala). Foto Gerardo García Casanova

Entre las plantas que suelen pasar desapercibidas para la gran mayoría de visitantes del Parque, debido en parte a su aspecto discreto y bajo porte, pero especialmente como resultado de su escasez, se encuentran las del género Sideritis, conocidas en Canarias como salvia blanca, chahorras o chajorras. De las más de veinte especies endémicas de Canarias, tres viven dentro del Parque y tienen un aspecto bastante similar. Son arbustos de pequeño tamaño, de pequeñas flores amarillentas y en general de color verde blanquecino o grisáceo, en los que tanto sus algo carnosas hojas como los largos y verticales tallos florales están cubiertos de una densa y suave capa de pelos que hace la planta aterciopelada al tacto. Las especies a las que nos referimos son la chajorra de cumbre (Sideritis oroteneriffae) propia de lugares rocosos y soleados en el dominio del pinar, a veces en contacto con el retamar codesar y que es observable en el jardín botánico de El Portillo, la chajorra sureña (Sideritis soluta) que vive a diversas altitudes en el sur de la isla y la chajorra del Teide (Sideritis eriocephala). Esta última especie es la más escasa y vive únicamente en los riscos del circo de Las Cañadas y sus piedemontes, entre los 2.000 y los 2.500 m. de altura.

Violeta del Teide (Viola cheiranthifolia).Foto: Gerardo Garcia Casanova

Terminamos este recorrido por la flora no tan conocida o algo más escasa de Las Cañadas del Teide con las emblemáticas violetas; auténticas joyas de nuestro más antiguo espacio natural protegido. Debemos efectivamente utilizar el plural cuando nos referimos a las violetas del Parque Nacional: plantas perennes de pequeño tamaño y llamativas flores de color violeta con un poco de amarillo en el centro, cuyo aspecto resulta muy discreto fuera del periodo de floración. Hasta ahora sabíamos de la existencia de una especie de violeta del Teide (Viola cheiranthifolia), con poblaciones viviendo en condiciones casi extremas sobre suelos pedregosos, principalmente de pómez, a gran altitud en Montaña Blanca e incluso en el pico del Teide a mas de 3.500 m de altura, además de otras localizadas en escarpes rocosos y el llano superior de Guajara, a unos 2.700 m de altitud. Pues bien, recientes investigaciones científicas han revelado que estas últimas poblaciones constituyen realmente una especie diferente, que ahora se denomina violeta de Guajara (Viola guaxarensis); la última en ser añadida al catálogo florístico del Parque Nacional del Teide.

Violeta de Guajara (Viola guaxarensis).Foto: Gerardo Garcia Casanova

Esta interesantísima noticia, que mejora el conocimiento de los científicos sobre una flora tan singular, contribuye así mismo a que se puedan poner en marcha las mejores estrategias y acciones de conservación que ayuden a preservar un patrimonio botánico único en el mundo.

 

 

 

Miguel Fernández del Castillo Andersen

Guía de Turismo de Canarias

 

AGRADECIMIENTOS:

Al Parque Nacional del Teide por la ayuda recibida para que este artículo ofrezca una información lo más correcta y actualizada posible y muy en particular a las siguientes personas que contribuyeron con valiosa información y comentarios a mejorar un primer borrador:

D. Pedro Luís Sánchez Corrales, biólogo. Profesional del Área de Uso Público y Educación Ambiental del P. N. del Teide.

D. Manuel Valentín Marrero Gómez, biólogo/botánico. Profesional del Área de Conservación del P. N. del Teide

Por la ayuda recibida en la ilustración de este artículo:

D. Gerardo García Casanova por haber cedido las fotos de Cheirolophus teydis, Cistus osbaeckiaefolius, Sideritis eriocephala, Viola cheiranthifolia y Viola guaxarensis

BIBLOGRAFÍA Y ALGUNAS REFERENCIAS DE INTERÉS:

Flora Canaria, Guía de Identificación. Peter e Ingrid Schönfelder. Publicaciones Turquesa. 2018

Flora Vascular y Vegetación (pag. 97-142. Wolfredo Wildpret de la Torre y Victoria Eugenia Martín Osorio en Parque Nacional del Teide. Varios autores. Editorial Esfagnos. 2004

Flora y Fauna del Parque Nacional del Teide. Patrimonio Mundial. Juan Manuel Martínez Carmona y Francisco Torrents Rodríguez. Publicaciones Turquesa. 2009

https://www.biodiversidadcanarias.es/biota/especies Página web oficial sobre biodiversidad del Gobierno de Canarias

https://endemicascanarias.com Página web creada y dirigida por D. Gerardo García Casanova


Mediante esta publicación, APIT Tenerife se hace eco de las investigaciones de sus asociados y apoya la generación de conocimiento por parte de sus guías de turismo asociados. No obstante, las opiniones vertidas por los autores de los artículos NO reflejan en modo alguno el posicionamiento de la Asociación. APIT Tenerife es una entidad apolítica, profesional e inclusiva que promueve el patrimonio canario de cualquier índole. En caso de querer aportar elementos al debate de las temáticas aquí tratadas, le invitamos a ponerse en contacto con su autor/a cuyos datos de contacto constan en la firma del artículo y en el listado de guías asociados.

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