A la sombra de un brezo
La asamblea de cada mañana había sido constituida. La coruja y el búho chico ululaban diciendo que habían trabajado toda la noche y debían reposar. Sólo podrían quedar unos momentos a la reunión. La perdiz moruna y la codorniz tampoco querían tardar en resguardarse porque notaban como los cazadores las espiaban y quedar a descubierto, significaba un peligro que no querían correr. El mirlo, colocado en la rama más alta, decía no poder eternizarse porque las primeras frutas habían madurado en un jardín vecino y no deseaba llegar tarde para el desayuno. Entre los presentes, muchos querían intervenir para reivindicar…